Chile en los ojos del mundo: los recursos naturales que posicionan a Chile como una posible potencia mundial sustentable

por carlos
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Una gran cantidad de recursos naturales con valor agregado, como el mar, bosques, nuestro desierto de atacama desiertos y grandes fuentes de aguas dulces en el sur del país, son las características que posicionan a Chile como una posible potencia mundial, desde una perspectiva sustentable.

Actualmente Chile cuenta con una prometedora fuente de material energético, recursos naturales con valor agregado como el mar, el desierto, los bosques y las reservas de agua dulce, son los atributos que van a permitir a nuestro país posicionarse como una nueva potencia sustentable, pero para eso va a ser clave el fomento de la investigación y la productividad. 
En esta tercera jornada de Congreso Futuro 2021, en el panel “Chile en los ojos del mundo”, cuatro expertos nos invitaron a reflexionar sobre el potencial y los desafíos que implica vivir en un país con un potencial verde como Chile.

Maricultura y agua dulce

La maricultura es la técnica de cultivar o criar plantas y animales marinos, especialmente con el fin de que sirvan como alimento, y a pesar de que en comparación con otras actividades marítimas, todavía representa una pequeña proporción según Doris Soto, Investigadora Senior del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR), “tiene un tremendo potencial de crecimiento y ahí Chile tiene algo que aportar”.

En un contexto de cambio climático y crisis hídrica, la maricultura cobra especial relevancia cuando pensamos en la disponibilidad de agua dulce de nuestro país. La agricultura está atravesando una importante crisis y probablemente la falta de agua dulce va a ser el factor más limitante para su desarrollo en un futuro.

Así, esta crisis que atraviesa el sector agropecuario de nuestro país, le abre nuevas posibilidades a la producción de alimentos del mar, la cual es un poco más independiente del agua dulce. Chile está en los ojos del mundo porque es uno de los 10 principales productores acuícolas globales, es el segundo exportador mundial de salmones cultivados y el primer exportador mundial de choritos y mejillones. Son 5 mil millones de dólares los que este sector le dejó al país en el 2019, posicionándolo como el segundo sector exportador, después del cobre.

De esta manera, los números reflejan que Chile tiene un potencial, pero necesita de nuestra ayuda para que se pueda implementar, Soto asegura que la investigación de largo plazo es absolutamente fundamental para que Chile puede proyectarse hacia una acuicultura más sustentable, diversificada y resiliente, pero que todavía tenemos un camino largo por recorrer.

Pero para que esto sea posible, necesitamos cuidar nuestras reservas de agua dulce. Tendemos a pensar que el agua dulce nada tiene que ver con el agua salada, pero los expertos aseguran que no es así.

El agua dulce, la cual es clave para la vida y para toda la actividad productiva del país, también es importante en los lugares donde el ser humano no le da un uso, ya que alimenta a todos los ecosistemas que la rodean y transporta los minerales de la tierra hacia el mar, porque al contrario de lo que se cree “el agua no se pierde en el mar”, asegura Brian Reid, Investigador Residente del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) “El agua en el sur de Chile es un referente mundial. Yo apunto a su actividad. Hay agua que no usamos, eso tiene un gran valor, qué pasa con esta, cómo contribuye a los ecosistemas y a nosotros”.

Ríos, humedales, acuíferos y glaciares alimentan constantemente al ecosistema que los rodea y al mismo tiempo, transporta minerales que enriquecen a nuestros océanos. De esta manera, si Chile quiere posicionarse como una potencia mundial en la maricultura, necesita cuidar las fuentes de agua dulce. “Los ecosistemas son justamente complejos, igualmente complejos que nuestra tecnología. El agua no se pierde en el mar, sino que trae los elementos por su propio camino. y nuestro principal desafío es su conservación”, concluye Reid.

Astronomía

Otra de las razones por las que Chile está hoy en los ojos del mundo, es por su ubicación geográfica y lo que esto supone para la astronomía. Señalar que el norte de Chile es el mejor lugar de la Tierra para observar el Universo no es descabellado. Los argumentos sobran, pero sin duda el mejor ejemplo son las instalaciones astronómicas, observatorios ópticos y radio observatorios emplazados en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Entre los que destacan se encuentran el Observatorio Paranal con el Very Large Telescope, el complejo más avanzado y poderoso del planeta y el Atacama Large Millimeter Array (ALMA), el mayor proyecto astronómico del mundo. Así también La Silla, dependiente del Observatorio Europeo Austral (ESO), el interamericano del Cerro Tololo y Gemini Sur y Las Campanas.

Actualmente, Chile posee el 40% de la observación astronómica del mundo y en muy poco tiempo se desarrollarán instrumentos ópticos como el Telescopio Gigante de Magallanes y el Telescopio Extremadamente Grande, que harán que más de la mitad de la capacidad de observación astronómica mundial esté concentrada en nuestro país.

Pero para que nuestro país siga siendo los ojos del mundo hacia el espacio, necesitamos controlar la contaminación lumínica, tanto la terrestre, como la que viene desde el espacio a través de los satélites que reflejan la luz del sol y que su reflejo los asemeja a estrellas.
Las estrellas y galaxias más tenues, tienen una luz cuarenta veces más débil que la emisión natural del cielo nocturno. Por esta razón es de crítica importancia el minimizar las contribuciones lumínicas de ciudades vecinas con respecto a la emisión natural del cielo nocturno.

Actualmente, distintos expertos alrededor del mundo han convergido en un documento que se presentará dentro del 2021 a las Naciones Unidas, el cual recoge la situación de contaminación lumínica tanto terrestre, como del espacio. Frente a esto, Eduardo Unda-Sanza, Director del Centro de Astronomía Universidad de Antofagasta, ve esta situación como “una oportunidad de que Chile lidere esta temática, por lo tanto estamos esperando que Chile sea uno de los países que co-patrocine la presentación de este documento”.

Bosques nativos

El bosque nativo es clave para contrarrestar los efectos del cambio climático, ya que representan la mayor fuente de captura de CO2, además de proteger la ribera de los ríos y fuentes de agua, evitando la sequedad de los terrenos, entre otras importantes ventajas.

Actualmente, Chile posee un décimo de los bosques templados de todo el mundo y 4 millones de hectáreas de bosques con potencial de manejo, esto es, el desarrollo productivo de bosques nativos, que asegure su conservación y recuperación, y aproveche toda la extensión y diversidad de sus productos y servicios.

Existen tres tipos distintos de manejo forestal: la primera es con las especies de luz, como el Roble y el Coihue, en donde los bosques llegados a un punto de su desarrollo se corta para generarlo de nuevo; la segunda forma se aplica en los bosques más adultos y mixtos en especies, se hace un manejo de cubierta continua, lo que significa sacar o cosechar árboles, con la idea de que su cubierta siga presente en función de generar madera, y por último, una tercera opción es convertir a los bosques jóvenes en bosques adultos a través de intervenciones silviculturales.

“A pesar de que tenemos mucho conocimiento en el manejo de bosques, en Chile se produce 20 veces más leña que madera cerrada y esta última tiene mucho mayor potencial que la leña o la madera delgada”, explica Pablo Donoso, Profesor en silvicultura, ecología forestal y desarrollo comunitario de la Universidad Austral de Chile.

De esta manera, Donoso explica que el siglo XXI nos enfrenta a manejar los bosques con lo que se denomina silvicultura ecológica, que se basa en una serie de principios, los cuales son: mantener ecosistemas y su diversidad de estructuras, usar modelos de desarrollo natural de bosques, valorar la complejidad y heterogeneidad de los ecosistemas y enfatizar la diversidad y resiliencia, para reducir riesgos disruptivos.

Así, Donoso explica que si se realiza un buen manejo de los bosques de nuestro país, pueden ser un eje estratégico para el desarrollo inclusivo, el bienestar humano y la seguridad de abastecimiento de recursos básicos como agua, energía y materiales de construcción, además de posicionar a Chile como un ejemplo de para el mundo en dos áreas: como productores de madera de alta calidad y por su aporte proporcional a la mitigación del cambio climático y a revertir la crisis global de biodiversidad.

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